¿Otro día aburrido? [Anya y libre]

Había estado toda la tarde caminando por los jardines... Pensando en él.
Había ido a Forks unas cuantas veces en este último mes. Pero áun no le había podido ver. ¿Por qué? El mundo es tan injusto, tan injusto conmigo... Y con él.
Cuantos más días pasaba, más me urgía el hecho de que debía pedirle a Aro que le convirtiera. O a Padre. O incluso a Madre. Todos confían en que me olvidaré de él en un año o dos, o puede que menos. Pero yo estaba segura de lo que sentía. Y, aunque fuera egoísta... Yo... quería regalarle la inmortalidad. Quería tenerlo a mi lado. Pa. Ra. Siem. Pre.
Me abracé a mí misma, emocionada, riendo como una tonta, ante la idea. Sería simplemente maravilloso.
Pero me daba miedo pedirselo. Si por mi fuera, le convertía yo misma... Pero no puedo. Mi ponzoña... Bah, a saber los efectos que tendría mi ponzoña. Mitad Vampiro. Mitad Humano. No iba a arriesgarme con él, era mejor ir sobre seguro. Pero suficiente era ya que una híbrida caminase por el castillo como su, digamos, ¿princesa? Como para encima pedirles tal cosa. Me daba miedo imaginarme sus rostros, negandose. Sería horrible.
Arranqué una margarita y me tumbé a deshojarla. Esto lo hacían las chicas humanas enamoradas, ¿no? Me quiere. No me quiere. Me quiere. No me quiere. Me parecía una tontería al principio, pero me piqué con los pétalos hasta el punto en que sentí que no iba a dejar de deshojarla hasta ver qué decía el último pétalo. Me quiere. No me quiere. Me quiere. No me quiere...
Y de pronto, un olor familiar. Era Jane, sin duda. ¿Qué haría por aquí? Su compañía no era, lo que se dice, agradable, pero movida por la curiosidad, me levanté y caminé medio bailoteando hasta ella, aún deshojando la margarita.
- Tu conciencia, Jane, tu conciencia -respondí a su pregunta. No sé por qué siempre está de mal humor. Incluso con los demás vampiros. Dices, bueno, es que solo es así con la comida. Bah. Simplemente, desagradable.

Escuché distraída aquello que me había dicho. Siempre tan macabra, tan... retorcida. Yo continuaban deshojando la margarita. Me quiere, No me quiere. Tres Pétalos. Dos. Uno.
- ¡Me quiere! -estallé emocionada, como si la margarita me lo hubiera acabado de descifrar. Ya lo sabía. Vaya si lo sabía. Pero ahora hasta la propia naturaleza me lo confirmaba-. ¿Has visto eso, Jane? Yo tenía razón. ¡Yo tenía razón! -esperé escuchar una réplica de las suyas, esa clase de réplicas desagradables que a una nunca le apetece oír, pero no me importaba, a veces, incluso, hasta me encantaba hacerla rabiar. Nada iba a destrozar mi felicidad hoy. Pero, en cambio, solo recibí silencio. Silencio-. ¿Jane? -de nuevo, no había respuesta. Empezaba a temerme algo...-. ¿Jane? ¿Jane, ocurre algo? -me acerqué más a ella, la miré, parecía ida, como en otro mundo. Empezó a temblar-. ¡Jane! -grité, de nuevo, volvía a estar en la realidad, sus ojos volvían a mirar, no como antes, que parecían perdidos en un lugar muy lejos de aquí... O... en otra época.
- ¿Cómo que qué hago aquí? -ahora sí que me estaba preocupando-. ¿Hay algún problema, Jane?

Fruncí el ceño. Pero, ¿se estaba oyendo? Estaba culpando a los cazadores de haber recordado de nuevo ese día en que la quemaron en la hoguera. Vamos a ver, me gustaban tan poco como a ella, pero... Jane estaba decididamente extraña hoy.
- Pero Jane, ¿qué estás diciendo? -le dije, tratando de que se diera cuenta de la insensatez que acababa de decir. No podía imaginarme lo duro que debía ser ese recuerdo para Jane, no, no podía. Padre me contó una vez cómo les salvaron, a ella y a su hermano. Una experiencia así no podría olvidarla, ni aunque pasaran miles de años. La horrible sensación del fuego carbonizando la piel... Y los abucheos de la gente. Les acosaban de ser... brujos, ¿no? Qué tremenda estupidez.
Pero los cazadores son humanos, simples humanos. Humanos que, desde luego, no están aquí.
Pero otra cosa que me sorprendió también bastante es que me lo hubiera contado a mí. Bueno, tal vez era simplemente que soy la primera persona que ha visto, no hay nadie más por aquí. Pero aún así, nunca me ha mirado con buenos ojos...
- Hay una primera vez para todo, supongo.

Di un largo suspiro. Jane Volturi volvía a la carga.
Ni me molesté en responderla, pues ella ya sabía que no, que nunca me habían quemado viva. Y ojalá nunca tuviera que pasarme eso.
Jane era, en verdad,una chica muy complicada. Repelía cualquier compañía o gesto de cariño, como si le dieran alergia.
Me reí al escucharla decir aquello y levanté la margarita, ya con un solo pétalo, y yo orgullosa, sonriente. Enamorada.
- Me. Quie. Re -dije medio riéndome. Debía pensar que aquello era una soberana tontería... Bueno, a mí tampoco me parecía el juego más inteligente de este mundo, pero había sido diverido. Ni siquiera las flores podían ya negar lo que era obvio. ¿Si le enseñaba eta prueba a Padre, aceptaría que convirtiese a Dean...? Enseguida supe que iba a pensar lo mismo de mí que Jane debía estar pensando en este momento. Yo no podía leerle el pensamiento, pero bastaba con perderse en aquellos ojos carmesíes para hacerse una idea.

Me reí ante sus palabras
- No, Jane, aún no he perdido del todo la cabeza. No vas a tener esa suerte. Al menos, no, por ahora -le dije, aunque en sí tampoco me importaba que pensara de mi que estaba loca. Total, la opinión de la gente sobre mí, en si no me importa. Si encima es la opinión de Jane, a la que no le caigo especialmente bien... y viceversa...-. Pero, fijate: ya hasta la misma naturaleza me lo ha confirmado. Todos estáis en mi contra, pero todo apunta a que soy yo la que tiene razón. ¿Acaso no es...? ¿No es...? -no estaba segura de la palabra adecuada-. ¿...Increíble? -esa podía servir, aunque no sentí que se adaptara lo suficiente.
- A ti lo que te hace falta es un buen novio -confirmé. ¿Cambiaría el carácter frío y sarcástico de Jane si estuviera enamorada? No estaba del todo segura, pero me gustaría estar allí cuando pasara... si es que todavía posee un, llamémoslo, "corazón" capaz de amar.

¿Podía permitirme el lujo de tener esta conversación con ella. En mi opinión, no. La verdad, solo faltaba eso. Ponerme a hablar de cualquier clase de sentimientos que pueda sentir hacia un humano... ¡Como si no me odiase ya lo suficiente porque mi padre y mi madre fueran de razas diferentes! Aunque, pensandolo bien, un humano y una semivampira no somos tan diferentes, ¿no? Después de todo, una de mis mitades es igual que él. Pero solo una mitad.
Yo tenía razón en que estabamos destinados a estar juntos, pensé.
- Es igual -zanjé. No, no iba a hablar de aquello con ella.
Después me reí.
- Está claro, ¿no? -le respondí ante lo que había dicho sobre tener un novio. A mí me parecía de lo más evidente. Jane es una chica inteligente, pero cuando se rata de hablar de amoríos está completamente perdida. Lo cual, francamente, tampoco me extraña en exceso-. ¡Para que te cambie ese endemoniado humor que tienes! No vas a hacerme creer que no tienes... "vida" -hice las comillas con los dedos, pues ni siquiera podía definir el estado en el que se encontraban los vampiros- después de trabajar. Y, bueno, algún aprecio debes tener por tu propio hermano, ¿no? Cariño, amor fraterno, llamalo como quieras. Entonces, si puedes sentir "algo" por él, ¿por qué no por otra persona? Por poder, puedes.
Y di un suspiro ante lo que dijo de la edad.
- Solo espero que cuando llegue a tu edad no me amargue tanto como tú -le dije, sinceramente. Ventajas que tiene el ser la protegida especial de uno de los señores Volturi. Jane querría aplastarme la cabeza, pero sabe que no puede. Y bueno, puestos a decir que soy de las pocas personas que tienen el privilegio de no acabar bajo el don de Jane, podía permitirme el lujo de decirle lo que pensaba.

Me encogí de hombros con indiferencia.
- Creo que te enamorarás antes... Tú intentarías unirte a ellos, pero ni por asomo te dejarían ser una Cullen... Y luego te enamorarías... No ha sido un gran ejemplo -dije volviendo a reírme. ¡Qué divertido era meterse con Jane a veces! Menos cuando te responde con algo que realmente te hiere. Entonces la cara me cambia y yo trataba de herirla de la misma manera... Aunque sin conseguirlo. O, si lo conseguía, nunca lo ha demostrado.
- Decir algo así es propio de alguien que no lo ha sentido nunca. O bien, de alguien que alguna vez lo ha sentido, y se niega aceptarlo -añadí, aunque sin segundas intenciones, aquello era lo que realmente pensaba-. El amor existe, Jane Volturi. Y en cuanto a abusar de mi suerte... -¿realmente abusaba de mi suerte? Sí. Y quizá mucho. Pero siempre he confiado en Padre y Madre... ¿por qué iba a dejar de quererme así, tal cual? Me costaba imaginarme los rostros de Cayo y Atheadora odiándome. Me parecería algo... antinatural. Pero, ¿quién es natural en este castillo?-, bueno, digamos que confío en ella, en mi suerte. Creo que por el momento no vas a poder darte el gusto de matarme, querida -dije, adivinando sus intenciones. Si casi podía leerle el rostro. Me odiaba a muerte. El placer que sentiría cuando usase su don conmigo iba a ser inmenso... Pero hoy no iba a ser el día en que lo usase.

Arrugué una ceja y solte un bufido.
- Como se nota que no naciste hace tres días precisamente -hablé con u eufemismo para no decirla directamente lo anticuada que estaba. Una cosa es picarla, otra cosa ya es meterse... Aunque, bueno, ella también se metía conmigo solo por ser híbrida, ¿no? Pero, bah, yo no soy como ella-. Es decir... ¿cómo estás tan segura de que el amor es solo para los débiles si nunca lo has experimentado? No puedes hablar de ello como si supieras lo que significa... No estar sola. Tener a alguien. Eso no es ser débil. La fuerza se multiplica por dos, porque ya no solo se trata de ti... Sino de otra fuerza que te empuja cuando más débil te sientes -le dije, convencida. Yo me sentía mucho más fuerte cuando estaba con Dean, aunque ni siquiera me atreviera a besarlo. En aquel aspecto sí que era una absoluta cobarde.
- Ah, te recomendaría esperar sentada, Jane... -le anuncié con orgullo-. Que sea híbrida no asegura que vaya a cometer un error. Con todo, será un placer para mí ver pasar los años y mirarte a los ojos todo los días, deseando matarme sin que puedas...

Arrugué una ceja desviando la mirada.
- Eso lo dices porque tan solo caes en ese momento. Lo observas y piensas: es débil. Exacto. Lo es porque acabas de extirparle algo que ya sentía que estaría ahí siempre, como un brazo. Pero no se trata de un brazo cualquiera: se trataba de un brazo que te levantaba cuando te caias, de un brazo que... -decidí dejar la comparación, incapaz de encontrar otra manera de explicarme mejor-. Tu pareja es tu fuerza. Y tu la suya. Precisamente, cuando estas con el eres el doble de fuerte por eso: ahora tu fuerza se multiplica por dos. Aunque reconozco que tienes razón en que, cuando dos amantes se separan, son más débiles: pierden la mitad de su fuerza de repente -dije-. Pero te puedo asegurar que la vida de un enamorado es mucho más feliz y plena que la de alguien... como tú -en eso desde luego no me podía contradecir. Si lo sabía yo-. No deberías cerrarte nunca esa puerta, Jame -aconsejé con sinceridad, aunaue me imaginaba lo que diría respecto a eso.
No añadí nada mas a lo que dijo sobre matar a la pareja. En verdad me parecía una tortura horrible. Prefería sentir la "ametralladora" del don de Jane antes que ver cómo le asesinaban. Me estremecí solo de pensarlo.
- Será agradable saber que algún guardia vigila mis pasos. Con la excusa, llevaré conmigo un excelente guardaespaldas -solo esperaba que, si era cierto, no fueran ni Felix, ni Renata ni Santiago. Me daban mala espina, muy mala espina.

Puse los ojos en blanco. Definitivamente era imposible razonar con ella. ¿De verás siempre cree que tiene la razón? Por lo menos, cuando se dirigía a mi siempre usaba ese tono de superioridad y seguridad. Me pone enferma.
- Tienes razón... No sé nada de tu vida. Pero la vida de Aro cambió al conocer a Sulpicia, la de Padre cuando conoció a Athenadora, la de Chelsea cuando conoció a Afron, incluso mi vida ha cambiado. Ni siquiera tu puedes saber como sería tu vida si... conocieses a alguien que, digamos, te atrajese.
Ahora fui yo la que se rio cuando hizo su comentario.
- Oh, vamos Jane. Puedes dar a la guardia todas las órdenes que quieras, pero te recuerdo que las de Aro seguirán siempre por encima de las tuyas. Y, si mal no recuerdo, la guardia tiene la orden explícita de proteger a la realeza. Lo cual, me incluye a mi... Por descontado, que yo cometa un error obliga a mi tío a someterme a juicio antes... Y ser la hija de Cayo puede darme puntos a favor en ese juicio -una de unas cuantas ventajas que ser la "princesita" me otorgaba. Padre me tiene en mucho aprecio, dudo que permitiera que nadie me tocara-. Y, bueno, si a alguno de tus guardias se le pasa por la cabeza tocarme, siempre puedo hipnotizarle para que te vuele la cabeza a ti... O al menos lo intente -no por su carita de ángel Jane era la líder de la guardia y la favorita de Aro.

Di un suspiro, aunque me sorprendí al escuchar lo de Didyme. ¿No era la compañera de Marco? Ignoraba la historia, solo sabía que había muerto. La traición debía haber sido grave, de no ser asi, ¿Marco habría permitido que Aro la matara? ¿O el mismo Aro habría matado a la compañera de su hermano?
- ¿Qué hizo Didyme, Jane? -preguntarle a Jane quizá no era buena idea, pero el tema había salido ahora y sentía mucha curiosidad. Además, parecía bien enterada del tema. En cuanto a ejecuciones y muertes dentro del castillo, Jane debe ser la más enterada de todo.
Me reí.
- Oh, Jane, tu falta de confianza me hiere -mentira cochina-. ¿De verdad tan mala pinta tengo? ¿O es que alguien me ha escrito en la frente traidora y por eso no te fias? -me tanteé la frente fingiendo preocupación y riendome después. Aunque también sentía curiosidad por este tema. ¿Por qué Jane desconfiaba tanto de mi? ¿Tenia razones o eran solo prejuicios?

No pude evitar estremecerme con aquel relato con el que, de seguro, Jane debía haber disfrutado sobremanera. Era realmente trágico... Y de pronto, me urgi´una duda existencial, así, salida de la nada, pero que me quebrantó el pecho sigilosa y dolorosamente...
¿Y si... Y si Aro no aprobaba mi relación con Dean? Todos piensan que nunca llegará a nada realmente, digamos, "serio". Pero yo confiaba precisamente en lo contrario. ¿Y si, cuando llegase el momento, Aro no estuviese de acuerdo? ¿Y si Dean no podía entrar en la corte? ¿Y si acababamos como Didyme y Marcus? Si a Aro no le gustase nada nuestra relación, quizá decidiera matar a uno de los dos... Y le sería bastante más sencillo acabar con la frágil vida de un humano... El estómago se me encogió de pronto. No. Dean no.
Sin embargo, hice lo que pude por mantener la compostura. Sí. No podría protegerlo volviéndome loca. Tendría que evitar a Aro estos días para que no se enterase de mis miedos... Y por supuesto, que de estos no se enterase la guardia, o al menos, algunos miembros... Como mi querida Jane.
- Es bastante triste, la historia -respondí haciendo un ligero eco de mis pensamientos.
- Así que, ¿es todo? ¿Prejuicios y ya basta? -le puse cara rara, aunque no creí que eso fuera a importarle lo más mínimo-. Tal vez no debiera existir, pero... aquí estoy. Deberías sentirte orgullosa de conocerme. Tú misma lo has dicho: soy hija de un depredador y una presa... ¡un milagro de la naturaleza!