¿Cantarás, o qué? {Libre}

Ah, qué aburrimiento. Aveces, ser parte de los cazavampiros era algo monótono y sin demasiada gracia, como era hoy.
La noche caía en Seattle, sin que pudiera detenerla, y mi turno comenzaba. Debía ir a ''D&S'', y vigilar todo. Se decía que ése lugar sería el punto de encuentro de varios vampiros esta noche, y alguien debía estar, para detenerlo. Ese ''alguien'', era yo, en éste caso.
Me senté en una de las mesas redondas que había en el lugar, mientras escuchaba cantar a una mujer regordeta que desafinaba demasiado. Casi como para taparme los oídos, pero entendía que el lugar era para pasar un rato divertido, en paz, con amigos o en soledad.
Pedí un whisky, y me lo trajeron rápidamente. Tomé un sorbo, mientras escuchaba las notas finales de la mujer regordeta.

Luego de unos minutos, que se me pasaron volando entre sorbo y sorbo de mi bebida, los instrumentales de una canción aparecieron en escena. Música romántica, al parecer, y una... adolescente, un poco más pequeña que yo, largó su voz.
No solo era bella, exquisítamente bella, sino que su voz... era mágica. Tenía una voz suave, dulce, y afinada. Perfecta.
Me sentía hipnotizado, no supe decidir si por su voz, por su carisma o por su apariencia. Todo ella era perfecto... y fue solo un segundo después, cuando me dí cuenta de todo. Una vampira, una maldita vampira que estaba hechizando a todos en el lugar. Metí la mano en el bolsillo de mi chaqueta, asegurándome de que mi estaca de plata esté en su lugar, y allí estaba; mortal, dolorosa, y bendecida.
Entrecerré los ojos, mirándola. La vampiras eran realmente hermosas, realmente hermosas, y peligrosas.
Bebí otro sorbo, y la canción estaba terminando casi sin que me de cuenta.

La vampira me miro con esos ojos azules que ten... Un momento, ¿azules? Los vampiros tenían ojos rojos, o dorados. No habían cambios, a menos que fueran híbridos. La chica me dirigió una mirada, y se fué a los baños. No se si interpreté mal el gesto, o qué, pero decidí seguirla hasta el lugar.
Antes de entrar por la puerta, la recorrí con la mirada. Mierda, las vampiras si estaban buenas. Esta era condenadamente bella. Con largas y contoneadas piernas, cabello bastante largo, liso, de un color que combinaba perfectamente con sus ojos azules.
Entonces, dí unos pasos al frente, cerré rápidamente la puerta con llave, y tomé la estaca de plata firmemente con mi mano derecha. -Ahora sí, pequeña vampira.- le dije, entre dientes.
Esto sería por Kat.