Al filo de la navaja (Stefanie Carter)

Días, habían pasado escasos días desde su llegada a Estados Unidos. Las cosas marchaban bien, sus planes parecían ir viento en popa e incluso se había encontrado con miembros de la realeza. Pronto, muy pronto, podría visitar al maestro Aro y ofrecerle su impensable velocidad. ¿Le rechazarían? Tal vez, pero tampoco significaba que se las pondría fácil... primero deberían atraparlo y, sin lugar a dudas, jamás había visto a un vampiro o Hijo de la Luna correr tan veloz como él. Dibujó una sonrisa mientras serpenteaba alrededor de los árboles como si fuera un simple manchón en una cámara de video, observando de vez en vez el cielo ennegrecido de Forks y los electrizantes rayos que amenazaban con pegarle a cualquier momento... Claro, incluso ellos eran lentos para el vampiro.

Había escuchado de Agatha que no debía ir más allá del bosque, que no debía llegar hasta los dominios de los "cambia formas", a la reservación. Eran hostiles, esos sujetos eran hostiles con cualquier vampiro, o casi cualquier vampiro. ¿Qué más daba? Seguían siendo perros que no le alcanzarían de una forma u otra. Tentó su suerte y dio un salto entre ambos territorios, regresando de inmediato a la seguridad del otro lado del río. Esbosó una sonrisa, seguramente no saldrían de ahí para cazarle, pero poco importaba, ya tendría la oportunidad de probar al máximo sus capacidades en otro momento en que su mente no estuviera tan aletargada y con deseos de matar cualquier cosa que pudiera por el camino... bueno, realmente de derribar un árbol o algo así.

Frenó, mirando desde su posición el fluir del agua, soltando una patada después que terminaría por hacer un aguero al árbol detrás de él. Sonrió satisfecho y saltó hasta una de las ramas del mismo, para impulsarse y luego alcanzar otra suave rama en la cual reposar. No era necesario, cierto, pero gustaba con mirar aquel paisaje, mucho más que con la ciudad y el ruido de los autos; desde luego, la ciudad también era bastante llamativa, más aún Seattle. Un ave se posó sobre su hombro y Lennard continuó mirando el horizonte, al menos lo que podía contemplar estando a dos escasos metros sobre el piso, abstraído en sus pensamientos, pero pendiente del entorno.

Estaba segura, cada vez más segura de que el momento de encontrarme con un vampiro estaba lejos. No sé porqué, pero creo que todos, hasta los aprendices, habían estado, por lo menos, en un combate. Y yo, obviamente, no.

Nunca me gustó demasiado la violencia y no sentía justamente ansias por poder asesinar a una de estas criaturas, aunque la curiosidad sobre como serían era enorme. ¿Sus colmillos serían tan grandes que no podrían esconderlos? ¿Sus ojos brillarían de un rojo tan intenso que parecerían una sirena en la noche? Muchas de estas preguntas las había efectuado ya a algunos veteranos, y varios de ellos rieron ante mis dudas. "Cuando veas un vampiro, lo reconocerás", me habían dicho. Sí claro, para ellos era fácil decirlo. Frase típica de película en lo que al amor se refiere. Pero un vampiro y el amor no tenían nada que ver, eran cosas completamente diferentes, por más que yo no creyera que un vampiro no pueda amar.
Aquel día, las preguntas eran cada vez peores, y mi mente no me dejaba frenarlas. ¿Sobreviviría yo a un vampiro? No podría saberlo hasta encontrarme a alguno.

Podría decirse que lo mío fue una decisión suicida, algo estúpido en vez de impredecible, pero partí al bosque en cuanto bebí la cantidad de ponzoña suficiente para que cualquier vampiro que bebiera mi sangre quedara inmóvil por unas cuantas horas. Tomé algunos instrumentos y me adentré entre las profundidades de los árboles. No sabía si me encontraría con alguno por allí, las probabilidades eran mínimas, pero por dentro tenía una mezcla de esperanza y ansiedad que me llevaba a continuar caminando, segura de que a alguien hallaría.
Al cabo de un rato, oí unos ruidos, por fin. ¿Se trataba de un animal o un vampiro? Para muchos, no había diferencia, ambos eran bestias, pero yo no lo consideraba así. Corrí rápidamente de la manera más silenciosa posible, aunque sabía que en cuanto estuviera cerca notaría mi presencia.
Al llegar al lugar de donde provenía el sonido, lo único que vi fue un árbol agujereado. ¿El vampiro lo había hecho? No sabía. Llevé mi mirada rápidamente hacia todos lados, inspeccionando la zona, hasta que lo vi. Estaba sentado sobre una rama, y parecía tranquilo. - Hola - saludé tratando de parecer mucho más fría de lo que realmente puedo llegar a ser. Creo que nunca antes en mi vida había adoptado una expresión tan seria, no sé si se lo habrá creído pero personalmente me dio gracia la forma en la que yo misma trataba de comportarme.

Ruidos, ruidos que sonaban ligeros, ruidos que rompieron la aparente calma en que se encontraba Lennard. ¿Cambia formas buscando vengarse? No, habrían sido movimientos más bruscos y salvajes seguramente, movimientos que le habrían puesto alerta y en marcha a la brevedad. Apenas giró la cabeza, buscando la fuente de aquella perturbación en su paz. Fuerte sorpresa al percatarse de que era una jovencita, ante lo cual se limitó a esbosar una sonrisa bastante enigmática que seguramente no podría ser vista debido a que ella parecía inspeccionar la parte baja del árbol. Seguro vería que tenía un agujero... ya se ocuparía de inventar algo... quizás hasta se iría como si nada seguramente, los humanos solían temer a internarse en esa parte.

Finalmente, la chica pareció encontrarlo, dirigiéndole una mirada y un saludo que casi termina haciéndole reir por completo. ¿Realmente se quería hacer la dura con semejante cara? Se relamió inconscientemente, comenzando a experimentar un poco de la sed de sangre que hacía menos de un día había saciado. Sin duda estaba de suerte aquella humana, pues no solía alimentarse más que cuando era completamente necesario. Se columpió sobre la rama y luego dio un pequeño salto a otra inferior, con todo el cuidado que pudo, como si fuera realmente un humano corriente. Se agachó para sostenerse de la última rama y cayó al suelo dando un brinco de apenas medio metro de altura. Se sacudió la ropa mientras metía las manos en los bolsillos.

-Hola- devolvió el saludo Lennard con un tanto de mayor amabilidad en la voz- Si querías intimidarme.... bueno, esa cara no funcionó muy bien- agregó completamente sonriente el inmortal, como si aquello hubiese sido un chiste, echando un vistazo al otro lado del río, de donde podía oler la presencia de una de aquellos perros de combate llamados cambia formas. Volvió a mirar en dirección a la humana y se mantuvo espectante un instante.

Vi el movimiento del vampiro, su salto y su manera de tomar la otra rama para luego caer como con precaución. ¿Realmente era un vampiro? Existía la opción de que yo me halla equivocado, pero no, por dentro estaba segura de quien estaba frente a mí. Por un momento lo observé con cierta curiosidad y precaución a la vez. Se suponía que eran malos, tan malos como para atacarme y matarme antes de que yo pudiera notarlo... Pero, simplemente, parecía un humano. Unos años antes, probablemente lo habría tomado como alguien completamente igual a mí, pero en aquel momento ya tenía en claro que no era así.

Al oír su comentario sobre mi rostro no pude evitar soltar mi frustración - Demonios - dije en voz baja sin darme cuenta de que el también podía oírme. Mentir no me salía, ser fría tampoco y cuando me enfurecía las personas se reían de mi expresión... Eso sí era frustrante.
Por un momento me olvidé de quien estaba frente a mí, y de que se suponía que yo debía exterminarlo. Traté de recomponer mi expresión seria aunque supe que no serviría de mucho, por lo que volví a mi expresión relajada y una pequeña sonrisa se formó en mi rostro. No me importaba si era un vampiro y si alguno de los dos moriría, no podía perder los modales porque si, ya había notado que fingir ser ruda no me saldría.

- Voy a empezar a practicar más - comenté respecto a mi cara, aunque para mi misma eso también tenía otro significado. ¿Sería o no un vampiro? De cualquier manera, un vampiro no reconocería a una cazadora así como así, y menos a una tan inútil como yo, por lo que no lo sabría si yo no lo decía... Y si decidía beber mi sangre, a él no le iría muy bien, aunque a mí tampoco. Eso no sería bueno para ninguno. - ¿Qué haces por aquí? ¿Eres de la zona? - pregunté aunque sabía bien la respuesta. De vivir allí probablemente ya se habría topado con algún cazavampiros realmente experimentado y, o habría muerto, o lo estaríamos buscando. Y con la otra pregunta, realmente quería saberlo, aunque no creí que fuera a ser muy sincero. Se supone que los vampiros engañan. Sonreí.

Por simple cortesía se abstuvo de soltar una fuerte y sonora carcajada ante la reacción de aquella humana. Le dio pena e incluso pensó que comerla podría contagiarle algo que le hiciera ver como ella, motivo suficiente para deshechar por completo cualquier indicio de sentir apetito y lanzarse sobre ella. Sin duda, era ella de la clase de humanos que iban a inmolarse inconscientemente. Comida a domicilio y fácil, en otras palabras. No obstante, se mantuvo en silencio un instante, todavía contemplándola, para terminar riendo un poco. Era imposible no hacerlo, los esfuerzos que ella hacía por verse un tanto más dura no funcionaban ni remotamente, tal vez por eso optó por sonreirle y adoptar un gesto más tranquilo y libre de preocupaciones. Hakura Matata pensó Lennard cómicamente mientras escuchaba a la humana con absoluta atencipon.

No obstante, le tomó desprevenido el pequeño interrogatorio de la joven mortal. De acuerdo, el también solía ser un individuo que formulaba interrogantes a menudo, pero aquello le sonó un tanto más rudo. La chica tenía agallas, mucho más por el hecho de encontrarse con un perfecto extraño y ponerse a charlar en lugar de salir del sitio cuanto antes. Suspiró, mientras continuaba fingiendo que respiraba, contando mentalmente para emular la forma de respirar de un humano promedio. Detalles, detalles, todo contaba en el mágico mundo del arte del engaño.

-Estaba aburrido en casa y vine perderme un rato. Me gusta sentarme sobre los árboles a pensar un poco- respondió ante su primer cuestionamiento. Luego echó un vistazo de nuevo a la zona que invadiese y prosiguió, con una radiante expresión de tranquilidad- Vivo en Forks, así que sí, soy de esta zona. ¿Tu debes ser la guardabosques verdad?- bromeó mientras ladeaba la cabeza un par de ocasiones.

El ave que estuviera posada sobre su hombro momentos atrás volvió y recuperó su sitio anterior, mientras Lenn dirigía sus ojos al mismo, evitando susurrarle en voz baja para no parecer demasiado loco.

Parecía respirar, parecía ser humana. "¡Maldito vampiro!", pensé aún sabiendo que maldecir no era algo agradable. Parecía hacer todo de una manera tan perfectamente imperfecta, que de no estar esperando a un vampiro yo ni lo habría considerado como tal.
Cuidaba sus palabras, sus reacciones y su manera de comportarse. Resultaba ser, que los vampiros eran muy inteligentes, un alivio, no los había subestimado. Cuando esa idea cruzó mi mente una suave sonrisa se formó en mi rostro, mientras él explicaba que es lo que hacía allí.

¿Aburrido en casa? Nunca se me había ocurrido escuchar eso de un vampiro, sinceramente era mucho mejor fingiendo de lo que pensaba, mucho mejor que yo. Era curioso, interesante y sabía que por dentro debería pensar en acabar conmigo. ¿Tendría ganas de jugar? Yo no le temía a él, la idea de un vampiro no me asustaba, pero temía tener que matarlo, y no sé porqué. Supongo que mi padrastro tenía razón, no soy lo suficientemente fuerte para ser una cazavampiros, no soy lo suficientemente fuerte psicologicamente para matar.

Había dicho que vivía en Forks, ¿sería verdad? Yo creí que la Orden tenía bastante bien conocidos a todos los vampiros, hasta a los Volturi, pero si era un nómada solitario quizás no lo habían registrado. Si averiguaba bien quien era, y no me mataba antes de regresar, podría dar algunos datos y colaborar. - Aprendiz... - comenté sin darme cuenta de que con eso podría terminar dando datos, pero no, ¿qué vampiro se imaginaba la existencia de cazadores? Habíamos sido descubiertos, pero un nómada no nos reconocería. - De guardabosques - continué tratando de seguirle la broma con tono divertido, aunque por dentro no podía evitar estar algo preocupada, más de lo normal. ¿Se habría dado cuenta?

La humana parecía prestarle demasiada atención, demasiada, como si fuera una especie de científica experimentando con su conejillo de indias, pensamiento que le ocasionó tener que aguantar una risotada al imaginarla con unos lentes gigantescos de fondo de botella. En cualquier caso, aún debía mantener su mascarada, si deseaba servir a los Volturi tenía que estar bien entrenado en el engaño a los humanos... cosa que se proponía perfeccionar en su estadía en Forks.

Enarcó una ceja bastante extrañado al oirla decir "aprendiz". ¿A qué se refería con aprendiz? ¿Aprendiz de hechicera, aprendiz de bruja, aprendiz de albañil, aprendiz de costurera? No, luego ella había agregado de guardabosque... Pero, al principio, aquello había sido demasiado serio, quizás sincero, lo había aprendido gracias a su estudio del comportamiento humano en sus días de pandillero. No cambio aquella mirada afable ni la sonrisa amena a lo largo de todo ese tiempo, incluso llegando a matizar el levantar la ceja como un simple movimiento de asombro ante un inesperado curso divergente de la broma. Se encogió de hombros sin sacar las manos de los bolsillos de los vaqueros azul marino, a pesar de haber podido recurrir a la chaqueta de cuero negro que llevaba puesta, la cual cubría hasta las muñecas. Emuló un perfecto bostezo, era el momento adecuado para hacerlo dadas las condiciones atmosféricas y las extrañas palabras de su interlocutora. Devoldió la mano al bolsillo derecho después de haberla usado para cubrirse la boca.

-Bueno, supongo que eres como una boy scout o algo así, ¿no? Apuesto que has de traer tus medallas escondidas en alguna parte- agregó cortésmente mientras seguía dándole vueltas al asunto...- Aunque no sabía que tuviéramos boy scouts en Forks- añadió dándole un toque de seguridad a sus palabras. Al final, debía parecer lo más lugareño posible.