Hacía mucho tiempo que no caminaba por un lugar a solas y menos en un bosque. Los arboles cubrían casi la luz del sol y el viento era algo tenue, esa mañana. Tome mi chaqueta y me adentre un poco en aquel bosque misterioso, no tenía miedo de nada. ¿Que podría darme miedo? ¿La muerte? La muerte la había visto frente a mis ojos mucho tiempo sin embargo; me inundaron esos recuerdos y mis ojos se llenaron de lágrimas. Camine hacia una gran piedra en la cuál tome asiento y me dispuse a calmarme un poco.